Dos hermanos venezolanos, José Gregorio y Estarlin Oswaldo Morgado Herrera, han sido identificados como los presuntos autores materiales del asesinato de Zaida Andrea Sánchez, alias ‘La Diabla’, ocurrido el pasado 22 de enero en Medellín.
Según investigaciones de la Policía Nacional y la Fiscalía, los hermanos Morgado Herrera habrían viajado desde Venezuela a Colombia para perpetrar el crimen. La Diabla, cuyo nombre saltó a la palestra pública a principios de 2025 tras revelarse su supuesta implicación en un ataque armado donde murió una familia de pastores en Aguachica, Cesar, fue asesinada a las afueras de un hotel en el barrio Naranjal de Medellín.
Las autoridades lograron identificar a los sospechosos gracias a registros de cámaras de seguridad, interceptaciones telefónicas y testimonios de testigos. La investigación reveló que los hermanos Morgado Herrera compraron la motocicleta utilizada en el homicidio en una compraventa del centro de Medellín.
El día del crimen, Estarlin Oswaldo habría seguido el homicidio desde un establecimiento comercial, mientras que José Gregorio conducía la motocicleta que transportaba al sicario. Este último, sin mediar palabra, disparó repetidamente contra La Diabla, quien se encontraba revisando su automóvil.
Un testigo relató que el homicida llevaba un teléfono en la mano y escapó de inmediato en la motocicleta, la cual fue encontrada abandonada poco después con una huella y una chaqueta negra, elementos clave para la investigación. Los criminales se cambiaron de ropa tras el crimen y se mezclaron entre la multitud.
Los investigadores identificaron a los hermanos Morgado Herrera y los detuvieron el 12 de febrero en Barranquilla. Al parecer, estos confesaron a un allegado que «se les había calentado la vuelta» por la muerte de una mujer y que debían abandonar Medellín, donde residían en el corregimiento de San Antonio de Prado.
Durante las investigaciones, los detectives obtuvieron el testimonio de una fuente anónima que confirmó que los sujetos buscados eran dos venezolanos que operaban una «oficina» dedicada a atentar contra la vida de personas colombianas y venezolanas, así como a cometer robos, utilizando como fachada ser domiciliarios de aplicaciones.
Los hermanos Morgado Herrera no aceptaron los cargos imputados por la Fiscalía y fueron enviados a un centro de reclusión mientras avanzan las investigaciones. El sicario que perpetró el asesinato aún no ha sido capturado.
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Este caso pone de manifiesto la creciente presencia de ciudadanos venezolanos involucrados en actividades criminales en Colombia y la necesidad de fortalecer la cooperación entre ambos países para combatir la delincuencia transfronteriza.