“Vivimos en la mentira y, si sabes que te mienten, debes vivir instalado en la sospecha.” Umberto Eco.
Hoy se celebra el Día Mundial de la Comunicación Social que fue instituido por la Iglesia Católica como una manera de reflexionar sobre la importancia y la influencia de los medios de comunicación social en el mundo contemporáneo.
Es necesario hablar en este día especial del poder y de la responsabilidad que asumen locutores, periodistas y diseñadores en los medios de comunicación social. Se invita a reflexionar sobre su rol y conducta ética de quienes los impulsan, como límite a los desbordes a los que pueden ser pasibles, ante el compromiso social que tienen.
Primero fueron los libros y manuscritos quienes tuvieron este rol masivo de comunicación en el mundo. Luego en el siglo XVI aparecieron los periódicos, cartas de noticias y otros panfletos informativos. A principios de siglo XX surge el cine y más tarde la radio y la televisión, canales esenciales de difusión. En la actualidad existen otros medios como Internet por ejemplo.
La red ofrece ventajas como la velocidad en la comunicación, acceso a múltiples contenidos, difusión de contenidos propios y auge del espíritu colaborativo. Pero también tiene debilidades como, por ejemplo el uso de datos personales con fines desconocidos, estímulo del sedentarismo, delincuencia digital, publicidad invasiva, spam, noticias falsas, exposición a contenido inapropiado, puede generar adicción y limita la comunicación cara a cara.
Tal como lo afirman los expertos “la sociedad actual se encuentra inmersa en constantes cambios tecnológicos, donde lo analógico queda cada vez más atrás y lo digital se impone, planteando nuevos retos a las personas que se involucran en el proceso de creación, edición y publicación de material a través de las TIC y las redes sociales. Se ha modificado el panorama de las comunicaciones, y con ello los contenidos que nutren a los medios y la información. El profesional de las comunicaciones y el ciberusuario son ahora algunos de los intermediarios entre los hechos y la sociedad” (Cebrián, 2001).
Fuente: um.edu