Un estudio del Instituto de Investigación del Cáncer del Reino Unido publicado en 2014 en la revista Plos One señalaba que más de la mitad de los británicos –el 53 % de los 2.000 entrevistados– había sufrido alguno de los síntomas que podrían indicar la presencia de un cáncer, pero solo al 2 % se le pasó por la cabeza que pudiera padecer esta enfermedad, y más de un tercio ignoró las alarmas y no solicitó el dictamen de un experto.
Ante los resultados, la doctora Katriina Whitaker, autora principal de la investigación, aseguró: “Tenemos que lanzar el mensaje de que los síntomas que no desaparecen, particularmente aquellos que se consideran señales de aviso, no deben ignorarse, y hay que ir al médico para buscar ayuda”.
A continuación indicamos algunos de esos indicios a los que deberíamos estar más atentos, porque el diagnóstico a tiempo de una enfermedad puede ser sinónimo de curación.
Síntomas que no debes pasar por alto
- Dolor de espalda
La Sociedad Española de Reumatología (SER) lo ha cuantificado: el 80 % de la población sufrirá dolor de espalda en algún momento de la vida.A menudo se debe a esfuerzos o a una mala postura, pero puede indicar la existencia de una hernia discal. El dolor que produce en el cuello irradia hacia el hombro y el brazo. Es muy típica la sensación de hormigueo y entumecimiento en este último y en la mano. En la ciática o radiculopatía la molestia se ubica en las lumbares y se extiende a lo largo del nervio pinzado hacia los glúteos y la pierna. - Prurito
El picor es un mecanismo de defensa que hace que el paciente se rasque o se frote para aliviarlo, y eliminar así parásitos dañinos u otros cuerpos extraños presentes en la piel.En la mayoría de los casos no pasa de una simple molestia más o menos intensa, pero pasajera y sin relevancia para la salud.
Prurito crónico
Cuando el prurito se vuelve crónico estamos ante el aviso de una enfermedad; dermatitis, alergias, urticaria e infecciones cutáneas provocan muchas veces picor.También se manifiestan así algunos trastornos metabólicos – diabetes y problemas de tiroides; dolencias hepáticas, como la cirrosis; la anemia y otros males de la sangre; determinados tipos de cáncer –linfoma, leucemia, plasmocitoma–; así como el trastorno obsesivo compulsivo y las infestaciones parasitarias por lombrices intestinales o piojos.
- Disfunción eréctil
Al menos la mitad de los varones de más de cuarenta años han sufrido en algún momento un problema de erección. Solo reviste gravedad si se convierte en algo permanente. Puede estar ocasionada por factores psicológicos –el miedo al fracaso sexual–, por el consumo de tabaco y alcohol, o ser una señal de un trastorno cardiovascular, desajustes hormonales o lesiones neurológicas. A menudo surge como efecto secundario tras el consumo de algunos medicamentos. - Uñas blanquecinas
Una proteína rica en azufre, la queratina, forma las uñas que protegen los tejidos de los extremos de los dedos. Si lucen rosadas y traslúcidas, podemos estar tranquilos. Las alteraciones en su coloración indican algún problema dermatológico, y también enfermedades sistémicas –que afectan a varios órganos del cuerpo–, infecciones por hongos, intoxicaciones o secuelas por el consumo de determinados fármacos. - Canas prematuras
El blanqueamiento del pelo es el resultado de la decoloración natural vinculada al envejecimiento. Este fenómeno afecta tanto a hombres como a mujeres y aparece por lo general entre los 35 y los 40 años. Aunque los jóvenes cuya melena empiece a teñirse de canas antes de tiempo deberían estar alerta porque puede ser un síntoma de anemia o de alteraciones en la glándula tiroides. En ocasiones apunta a una deficiencia en la ingesta de algunas vitaminas, básicamente las del llamado complejo B
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