Catalunya se aboca a un escenario incierto. Las elecciones de este domingo otorgan a Salvador Illa un claro triunfo que cumple con sus expectativas al cosechar 42 diputados y barrer una mayoría independentista, pero depende del concurso de Junts o ERC para gobernar. La opción más viable, por la mínima, es un tripartito de izquierdas que incluya a Esquerra y los Comuns, aunque la alianza mayoritaria en suma es la del PSC y Junts. Así que no se puede descartar que Illa logre la investidura, pero gobierne en minoría con apoyos parlamentarios puntuales.
Carles Puigdemont queda muy lejos de poder ser reelegido como president, al tener que conformarse con el segundo puesto y una subida de tres escaños (35 en total), pero se propone intentar que el PSC facilite su investidura habiendo cerrado antes una alianza con Esquerra y buscando negociar un intercambio de cromos con Pedro Sánchez.
El descalabro de ERC (pierde 13 parlamentarios) y de la CUP (cae 5) hace inviable una mayoría que le permita regresar a Catalunya con posibilidades de ser «restituido» como president. Junts sube tres diputados respecto al 2021, así que su resultado tampoco está al alcance de lo que esperaba el ‘expresident’, consigue el ‘sorpasso’ a ERC y se ofrece ya para rehacer puentes y comenzar una nueva etapa.
Los republicanos entran ahora en una fase de profunda reflexión, al verse en un tercer puesto y con una crisis abierta sobre liderazgos al no haber rentabilizado ni su obra de gobierno ni el adelanto electoral. Pere Aragonès puede abandonar la partida, pero Oriol Junqueras todavía no puede jugarla porque sigue inhabilitado hasta que se le aplique la amnistía. Deberán elegir, debido al puesto decisivo que le han adjudicado los catalanes, entre facilitar una investidura del candidato socialista, entrando o no en el Govern, o forzar una repetición electoral en la que se augurará un pulso mucho más interno entre los dos favoritos, Illa y Puigdemont, arriesgándose así a perder todavía más escaños.
No serán las únicas filas que deberán dilucidar quién las comanda. Junts abre la incógnita de qué consecuencias tendrá un paso al lado de Puigdemont, el único capaz de cohesionar a unas filas en disputa y teniendo en cuenta que Laura Borràs ya no acumula el peso pese a ser presidenta, pero que el secretario general Jordi Turull confiaba en una ventaja superior a la conseguida.
Y, en el fondo, la duda es qué hará ahora el independentismo y quién puede unificarlo. Pese a sus votos decisivos en Madrid, quien gana la pugna de la desjudicialización es el socialismo, que vence en las urnas, mejorando con crecer sus resultados y provocando el retroceso de las fuerzas soberanistas.
Cambio de liderazgos
Y es que en las elecciones menos ‘procesistas’ del ‘procés’, gana el socialismo, pero también el PP, que crece 12 diputados y adelanta a la extrema derecha de Vox, haciéndose con el cuarto puesto. Los populares logran capitanear el rechazo a la exoneración de las causas del ‘procés’ y al ‘sanchismo’, absorbiendo a Cs y arañando a una ultraderecha que aguanta en escaños (11).
La CUP también digiere su propio descalabro. Los anticapitalistas se quedan con 4 diputados (pierden 5), y se ven adelantados por los Comuns, pese a que pierden dos representantes en la Cámara catalana y se quedan con 6.
Cs desaparece, Aliança Catalana entra
La primera prueba de fuego para detectar posibles fórmulas de Govern será la constitución de la Mesa del Parlament. Esto, a más tardar, debe suceder un día después de las elecciones europeas del 9 de junio. Lo que está claro es que los naranjas ya no optarán a ella. Cs desaparece y firma su defunción institucional en la autonomía que le vio nacer con la aprobación de la amnistía y tras ganar las elecciones de 2017, convocadas bajo la suspensión de la autonomía con el artículo 155 de la Constitución. Quien entra por primera vez en la Cámara catalana, con dos representantes, es Aliança Catalana, la extrema derecha independentista.
La de este domingo fue una jornada electoral marcada por un nuevo caos en Rodalies, a cuenta de un sabotaje que dejó todas las líneas cortadas, que puso en vilo a varios integrantes de las mesas electorales porque ERC y Junts recurrieron sin éxito a las juntas electorales para alargar el plazo para la votación. La participación fue parecida a la de 2021, unos comicios marcados por la pandemia de coronavirus, lo que implica que esta campaña ha sido dispersa, poco convincente, y que no ha logrado revertir la desafección. Está por ver si serán citados a las urnas de nuevo en octubre o si los partidos se arremangarán para lograr sumas y superar todos los vetos.
Fuente : el periódico