Las células de nuestro cerebro se comunican entre sí mediante impulsos eléctricos para que podamos tener percepción, estructurar pensamientos o manifestar comportamientos. En determinadas ocasiones, la actividad eléctrica cerebral puede verse alterada, dando lugar a la aparición de convulsiones. Esta situación causa impacto en las personas que las sufren y en las que las presencian, tanto por cómo aparecen como el desconocimiento sobre una actuación adecuada. Por ello, este artículo explica brevemente cómo son las convulsiones y cómo actuar ante ellas.
¿Qué son las convulsiones?
Son alteraciones no controladas de la actividad eléctrica de una zona del cerebro, por un exceso de impulsos. Existen distintos tipos de convulsiones que varían según sus síntomas y su gravedad, desde contracciones musculares hasta episodios de ausencia, en los que se observa confusión mental. No obstante, su forma más característica se presenta en episodios breves de movimiento involuntario de todo el cuerpo o una parte, en ocasiones acompañado de pérdida de consciencia y de control de esfínteres.
¿Cuáles son sus causas?
La causa más común de convulsiones es la epilepsia, que es uno de los trastornos neurológicos más frecuentes que afecta a todas las edades. Sin embargo, la epilepsia no es la única, y existen otras como la fiebre alta, la exposición a luces parpadeantes, traumatismos craneales, tumores cerebrales o el abuso de sustancias tóxicas como el alcohol o drogas.
¿Cómo pueden presentarse?
Alrededor de un 10% de las personas sufren una convulsión a lo largo de su vida. La mayoría de los episodios tiene una duración de entre 30 segundos y dos minutos, siendo especialmente graves cuando duran más de cinco minutos. La frecuencia de las convulsiones también puede ser de un episodio cada muchos años hasta de varios episodios al día.
¿Qué complicaciones pueden presentar las convulsiones?
Las complicaciones inmediatas de se deben a traumatismos sufridos al caer al suelo, produciendo fracturas y hematomas. Una vez pasado el episodio agudo, las personas que han tenido convulsiones están más expuestas a padecer trastornos psicosociales, como la ansiedad o la depresión, contribuyendo también a sufrir discriminación o estigma social.
¿Cómo podemos ayudar a una persona que está sufriendo un episodio de convulsiones?
El objetivo de nuestra actuación es proteger a la persona hasta que termine el tiempo de convulsión, con las siguientes acciones: mantener la calma, pedir ayuda y controlar el tiempo; asegurar la zona retirando elementos que puedan lesionar a la persona; colocar a la persona en el suelo; no sujetarla ni intentar detener los temblores; protegerle la cabeza con un objeto mullido debajo (un abrigo, un cojín…); no introducir la mano u objetos en la boca; retirar gafas y aflojar la ropa u objetos alrededor del cuello; y ver si la persona tiene algún collar o pulsera de identificación médica. Además, es importante permanecer con el afectado hasta que la convulsión haya terminado para, después, colocarla de lado y esperar a que se vaya despertando.
Y una vez se despierta, ¿qué hay que hacer?
Cuando observemos que la persona está totalmente despierta y puede hablar de una forma clara, le ayudaremos a sentarse en un lugar seguro, hablando pausadamente. No dar nada de beber o comer. Y debemos avisar a los servicios de urgencias (112) si la convulsión dura más de cinco minutos, la persona se ha golpeado; si está embarazada; si no se despierta del todo y/o no respira con normalidad. En caso de que deje de respirar hay que comenzar la reanimación cardiopulmonar. Y, cuando lleguen los servicios de urgencias, toda la información que podamos aportar será de gran importancia
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