La República Democrática del Congo (RDC) se encuentra en alerta máxima ante un brote de una enfermedad desconocida que ha causado la muerte de al menos 71 personas en la remota provincia de Kwango. Los primeros casos fueron reportados a finales de octubre, y desde entonces se han registrado más de 382 casos, según datos oficiales.
Los síntomas de esta misteriosa enfermedad incluyen fiebre, dolor de cabeza, dificultad para respirar y anemia. La tasa de mortalidad, estimada en alrededor del 8%, ha generado gran preocupación entre las autoridades sanitarias.
“Estamos en alerta máxima”, afirmó el ministro congoleño de Salud Pública, Samuel Roger Kamba Mulamba. “Consideramos que se trata de un nivel de epidemia que debemos vigilar lo más de cerca posible”.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) y los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de África (CDC de África) han enviado equipos de expertos a la zona para ayudar a identificar el patógeno responsable y contener el brote.
Las autoridades congoleñas han destacado la dificultad de acceder a la zona afectada y la falta de recursos en los centros de salud locales. La ausencia de laboratorios en la región ha retrasado la identificación del agente causante de la enfermedad.
“La espera se debe a que Panzi, una zona muy remota, no cuenta con capacidad de laboratorio”, explicó Mulamba.
Si bien se descarta que se trate de COVID-19, los expertos consideran que la fragilidad de la población, con altas tasas de malnutrición y otras enfermedades como el paludismo, podría estar agravando la situación.
La rápida propagación de la enfermedad y la falta de información precisa han generado alarma en la población y en la comunidad internacional. Las autoridades sanitarias hacen un llamado a la calma y aseguran estar trabajando arduamente para controlar el brote y proteger a la población.