Cuando la venezolana Julie Ramírez salio del pais en 2016, creyó haber encontrado un refugio en Trinidad y Tobago. Casi una década después, esta mujer de 70 años vive nuevamente con miedo, esta vez a ser deportada.
Ramírez, solicitante de asilo y quien trabaja como cuidadora, cuenta a EFE que «la ansiedad» se ha apoderado de la comunidad migrante venezolana en todo Trinidad y Tobago, tras el aumento de los controles migratorios.
Esa sensación de zozobra la comparte Marannys Guerra: «Temo perder todo lo que he construido», dice esta venezolana, que administra un bar en el sur de Trinidad y tiene un pequeño salón de belleza donde hace manicuras y pedicuras.
Un memorándum gubernamental filtrado, con fecha del pasado 27 de octubre, revela que el Ministerio de Seguridad Nacional instruyó detener a todos los extranjeros indocumentados y mantenerlos en el Centro de Detención de Inmigrantes «hasta su repatriación».
El texto también confirma que «se está considerando la implementación de una deportación masiva» de venezolanos en Trinidad y Tobago, que mantiene en la actualidad unas tensas relaciones con Caracas.
Aterrorizados por la gran presencia policial
Desde que se hizo público el documento, los migrantes reportan un aumento de la presencia policial. Trinidad y Tobago se encuentra, además, bajo estado de emergencia desde el pasado 18 de julio, para enfrentar a una red criminal que presuntamente tiene el objetivo de atentar contra altos funcionarios.
Esta medida, que ha sido ya prorrogada dos veces, otorga a la Policía y las Fuerzas de Defensa mayores prerrogativas para arrestar a sospechosos, realizar registros y entrar en propiedades sin orden judicial.
En la ciudad de Chaguanas, en el centro del país, agentes detuvieron recientemente un taxi con varios venezolanos a bordo. Entre ellos estaba la maestra Teresa Fernández, cuyo permiso de trabajo vence el próximo mes.
«Estamos aterrorizados. Ni siquiera podemos tomar un taxi sin preguntarnos si nos arrestarán», asegura Fernández a EFE.
Fuente: El Nacional


