La creciente popularidad de la ketamina como una droga de fiesta entre los jóvenes británicos ha generado preocupación tras un incidente trágico donde un boxeador atacó y mató a su propia madre. Finn Henry, un boxeador con experiencia de 21 años, fue condenado ayer a siete años de prisión por agredir y asesinar a su madre, Suzanne Henry, de 54 años, mientras se encontraba bajo los efectos de esta sustancia, según informó Daily Mail.
El uso de la ketamina alcanzó niveles récord el año pasado entre los jóvenes de 16 a 24 años en Inglaterra, mostrando un aumento significativo del consumo de esta droga.
Según cifras oficiales de la Oficina Nacional de Estadísticas, casi uno de cada veinte jóvenes británicos en este grupo admitió haber consumido la droga. Esto representa un incremento del 20% en comparación con las cifras de 2020 y es cuatro veces mayor que las cifras registradas hace una década.
El tribunal escuchó que Finn Henry había sufrido una “reacción adversa” y actuaba “de manera irracional” debido a la “confusión y excitación” inducida por la ketamina. La madre quedó “irreconocible” tras el “ataque sostenido y prolongado” por parte de su hijo y falleció dos días después en el hospital debido a una lesión cerebral traumática severa.
Especialmente preocupante es el hecho de que la sustancia ha resurgido como una droga de elección entre los jóvenes, superando su apogeo anterior en los años 90 cuando era comúnmente consumida en fiestas rave. En la década de 2000, su popularidad disminuyó cuando se clasificó como una droga de Clase B y se reconocieron sus efectos secundarios, incluidos alucinaciones y, en ocasiones raras, convulsiones.
Con iinformación: Infobae